86. Una historia que todavía no ha comenzado.
Son las 10 de la mañana y Raúl Albiol llega a casa de Sergio Ramos, le fastidia mucho tener que madrugar en su día libre pero sabe que eso le pasa por ser un bocazas y decirle a un amigo de pasar el día con él cuando ya tiene planes. En el coche del Chori llegan a casa de Alicia donde Vanesa y Paris esperan Sergio.
- ¿Qué hace él aquí? – Señala Vanesa a Raúl.
- Se ha ofrecido a ayudar, ¿a qué sí Chori? – se ríe mirándolo.
- ¿Ayudar con qué?
- Con la mudanza yo me voy a Sevilla.
- ¿Cómo, cómo? ¿Qué es lo que escuchado? – Dice Raúl tocándose la oreja-. ¿Tú te vas a Sevilla y yo me quedo aquí pringando?
- Solo las tienes que llevar a la casa y verificar que no rompen nada, no será mucho tiempo solo hay cajas.
- ¿Y eso no lo puede hacer ella sola?
- Si puedo, ¿me has tomado por idiota? – Mira Vanesa mal a los dos.
- Es para que no estés sola.
- Vale, mola – sonríe Raúl.
- Ya iré llamando.
- ¿Cómo vas a ir a la estación? – le pregunta Raúl.
- En taxi – le da un beso a Paris.
- Luego llamo y organizamos la llegada de Alicia.
- ¿No sabe nada? – pregunta Raúl.
- No.
- Te va a matar.
- Menos mal que no soy la única que lo dice.
- Asumiré ese riesgo. Cuídalas bien.
Vanesa les indica a los hombres de la mudanza mientras Raúl juega con Paris. Los tres pasan el día entero juntos, divirtiéndose a la vez que verifican que todo este bien.
Una vez terminan de comer Alicia, sus compañeros y los dos profesores que los acompañan se ponen a hablar sobre el concurso. Cada uno expone sus ideas y suben a las habitaciones a descansar un rato antes de partir de vuelta a Madrid.
Alicia aprovecha y llama a Sergio.
- ¿A que hora llegasteis a Madrid?
- A las 4:30.
- ¿Has dormido algo?
- Si no te preocupes ¿vosotros ya salís para Madrid?
- Vamos a descansar un rato.
- ¿A que hora salís?
- Me imagino que en un par de horas.
- Cuando vayáis a salir me haces una perdida.
- Vale.
- Y parar.
- Sí.
- ¿Tú como estas?
- Bien, como siempre con ganas de verte.
- Nos queda poquito tiempo mi vida.
- ¿Estas en Sevilla o no te ha dado la gana de ir?
- Sí estoy en Sevilla.
- Así me gusta que seas obediente ¿y cómo están mi hermana y Paris?
- Muy bien.
- ¿Y Manchita?
- En casa.
- ¿A que casa tengo que ir cuando llegue a Madrid?
- ¿No has hablado con tú hermana?
- No, ¿por qué tendría que hablar con ella sobre ese asunto?
- Por nada.
- Sergio, ¿qué me ocultas?
- Hoy ha empezado con la mudanza.
- A vale, si no pregunto hoy duermo debajo de un puente, muy bien.
- Que exagerada eres. Además tienes otra casa que es enorme y la cual también pueden ir Vanesa y Paris.
- Si, si…
- ¿Tengo que poner tú nombre en el buzón para que te entre en la cabeza?
- Si hombre, ya lo que me faltaba.
- Te dejo descansar cuando vayáis a salir llamas o escribes. Y por favor intenta no conducir todo el camino.
Después de madrugar para dar cinco horas de clase de español y comer, Mesut y Sami, sentados en el sofá conversan tranquilamente.
- ¿Tienes noticias sobre la casa?
- Me ha dicho Ali que tengo que ir, luego cuando habrá iré.
- ¿Ya ha vuelto Alicia?
- No, la han llamado y ella me ha llamado a mí.
- De acuerdo – dice pasivamente.
- ¿Cuándo vais ha hablar?
- Ayer lo hicimos.
- ¿De todo?
- De nada.
- ¿Cómo se puede hablar de algo y no hablar de nada?
- Solo me dio la enhorabuena por el partido.
- Por fin le coges el teléfono.
- No fue desde el mío fue desde el de Sergio.
- Vamos que si no es por Ali tú ni te molestas en solucionar las cosas.
- ¿Has besado alguna vez a una chica sabiendo que tiene novio cuyo esté es tú amigo?
- No.
- Pues entonces no opines sin saber lo que se siente.
- A ellos no les importa y a ti parece que tampoco sino no te hubieras tirado a otra.
- ¡Mierda! – dice en español levantándose.
- ¿Adónde vas?
- A ver a Gonzalo – dice inmediatamente desde la mitad de la escalera.
- ¿No ibas a ir mas tarde? – lo observa.
- Tengo que ir a ver a So…Tengo que irme – sale rápidamente de la casa tirando su chaqueta, su cartera y su móvil en el asiento del copiloto.
Mesut llega a casa de Gonzalo que lo recibe en pijama y con mala cara.
- ¿Qué haces acá? Te esperaba más tarde – lo deja pasar.
- No te molesta, ¿no?
- Claro que no. ¿Pasó algo?
- ¿No esta Male? – mira hacia todos lados.
- Esta en la academia – se sienta en el sofá.
- ¿Tenéis algún problema? – se sienta en frente de Gonzalo.
- No, le he dicho que se vaya allí para que se despeje, no se separa de mí y no puedo permitir que deje de hacer sus cosas por cuidarme. Y menos cuando lo mío no tiene arreglo.
- ¿Cómo que no tiene arreglo? Claro que lo tiene. Vas a volver a jugar y lo harás mucho mejor.
- Si no fuera por Male no sé lo que seria de mí.
- Sabes que todos estamos contigo.
- No todos.
- ¿Quién no?
- Sergio.
- Nos duele lo que nos ha hecho pero eso no es cierto. Te apoya como el que más. Ayer antes del parito en el vestuario no dejaba de repetir, chicos este partido hay que ganarlo por los aficionados y por el pipita.
- Pero no me ha llamado.
- Me parece que desde lo que paso con Alicia y la otra le juzgamos de otra manera. A mí si hubiera querido me podría haber partido la cara y no lo ha hecho, me sigue hablando y tratando igual o mejor.
- ¿Lo decís por el beso que le diste a Ali?
- Sí.
- Tenés razón, si le haces eso a Male te parto las piernas.
- Que agresivo.
- Pero no sé, Alicia tampoco es una santa.
- ¿Por qué dices eso? Si es una de las personas más buenas que he conocido.
- Se fue a Zaragoza y dejo a sus amigos, al chico que ama y a su hermana que en ese momento estaba acá. Solo pensó en ella misma. Se olvidó de Male.
- Es normal, ¿qué querías que se ponga a preguntarle a la otra si estaba bien? Si allí tiene a sus amigos de la infancia y a su familia es normal que se fuera a su ciudad. ¿No te irías tú ahora mismo a Argentina para estar con tus amigos de toda la vida y apoyarte en ellos?
- Sí.
- Pues eso. Además Alicia esta pendiente de nosotros en todo momento. Por lo menos de mí, no me deja de llamar y yo no lo cojo.
- Aquí también llama pero le digo a Male que no le diga nada, aunque Male también esta un poco molesta con ella.
- No nos estamos portando bien con ella.
- ¿Vos crees?
- Yo creo que se debe de estar tirando de los pelos al no poder hablar contigo.
- Bueno, la próxima vez que llame contesto. ¿Y vos cómo llevas lo de Sole?
- Ahora iré a su casa para ver si ha recordado algo.
- ¿Vos si lo has hecho no?
- Sí, pero no me preguntes que pasó.
- No tranquilo, eso lo guardo para vuestra intimidad – se ríe.
- Mejor, porque no quiero que te rías de mi durante el resto de nuestras vidas.
- No vuelvas a beber… ¿Tequila era?
- Sí.
- Pues eso no vuelvas a beber y si lo haces lleva una cámara encendida – se ríe otra vez-. ¿A qué hora vas a ir a ver a Soledad?
- No sé a que hora saldrá hoy de trabajar así que a eso de las 9 me acercaré a su casa.
- ¿Te hacen unas partiditas mientras? – Le enseña el mando de la play.
Son las 8:30 de la tarde y Sergio Ramos llega a la nueva casa de Alicia y Vanessa, allí se encuentra a Raúl y a Vanesa comiéndose una pizza y jugando con Paris.
- ¿Qué hacéis a estas horas comiéndoos una pizza?
- ¿Con que permiso tienes tú una llave de esta casa? – dice Vanesa haciéndole la burla.
- Con el de mi novia.
- ¡Oh! Ahí te ha dado – la señala Raúl riéndose.
- Calla – le da un manotazo en la mano.
- ¿Está todo? – deja la chaqueta encima de una silla.
- Falta la habitación de Ali – dice Vanesa.
- ¿Está vacía? – se dirige a la que será la habitación de Alicia.
- No – dice Vanesa antes de que traspase la puerta – están toda vuestras cosas en las cajas para que las pongáis como queráis.
- ¿Has hablado con ella? – Se acerca al sofá.
- Si y tenemos un problema, no quiere quedar a tomar nada así que no sé como vamos a hacer para que venga hasta aquí.
- Normal, estará cansada – dice Sergio tirándole a Paris de las coletas.
- ¿Qué va ha pasar cuando vaya allí y no vea sus cosas? – Dice Raúl.
- Ya voy yo a buscarla – dice Sergio levantándose y yendo hacia la habitación.
- No te va ha dejar – dice Vanesa haciéndole bien las coletas a Paris.
- Ya veras como sí – saca el móvil del bolsillo trasero del pantalón.
- A que no te lo coge – observa a Sergio sentarse con mala cara.
- Estará conduciendo.
- Que manía con deshacerle las coletas – mira mal a Sergio.
- Alicia esta dormida – dice una voz de hombre.
- ¿Se encuentra bien? – dice asustado.
- No lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes? Pásame a Nicole.
- Esta conduciendo.
- Trae – dice una voz de mujer-. Sergio.
- ¿Macarena?
- Si soy yo.
- ¿Qué le pasa a Alicia?
- Está bien.
- ¿Cómo me puedes decir que está bien cuando esta dormida en vez de estar conduciendo o haciendo el idiota?
- Sergio que pasa – dice Raúl serio y asustado.
- ¡No lo sé no me lo dicen! – grita.
- Tranquilízate – dice Macarena.
- ¿Cómo quieres que me tranquilice si no me dices que le pasa a Alicia?
- Te lo escribo, no te lo puedo decir por aquí.
- ¡Macarena! No cuel…¡Joder!
- ¡Sergio que coño le pasa a mi hermana! Se levanta Vanesa hacia él.
- ¡No sé! – le grita él.
Los dos nerviosos y dando vueltas por el salón esperan a que Macarena escriba mientras Raúl los intenta tranquilizar. Hasta que suena el móvil. Sergio mira a Vanesa.
- ¡Léelo ya! – grita.
- ‘Alicia no esta conduciendo porque nosotras no la hemos dejado y esta dormida porque de no hacer nada se ha dormido. Ves a casa de Nicole y allí te contará que pasa.’
- ¿Solo pone eso? – Se altera Vanesa.
- Solo – le pasa el móvil - ¡joder! ¿Y eso no me lo podía decir por teléfono?
- Vuelve a llamar – dice Raúl.
Sergio vuelve a llamar al teléfono de Alicia pero esta vez no lo coge nadie. Desde los tres teléfonos lo intentan una y otra vez hasta que a los 15 minutos el nombre de Alicia aparece en la pantalla del teléfono de Sergio.
- ¿Quién es?
- Soy Ali.
- ¿Estás bien?
- Sí.
- ¿Cuánto tardáis en llegar? No quiero que conduzcas.
- Nicole, ¿cuánto falta?
- Ya estamos en Madrid, así que lo que tardemos en llevar a ellos a sus casas – responde sin quitar la visata de la carretera.
- Déjanos en la puerta de la uni – dice Santiago.
- No, os llevamos a vuestras casas – dice Alicia.
- ¡No! – Grita-. Nicole déjanos en la puerta de la universidad y tú Alicia vete a tú casa.
- Ves a casa de Nicole – dice Alicia al teléfono.
- Pásame la dirección exacta.
Alicia cuelga y a través de los cristales tintados observa las luces de la ciudad mientras Sergio apresurado sale de casa.
- Que te ha dicho.
- Ya están aquí, voy a buscarla – se pone la chaqueta.
- ¿Pero te ha dicho lo que le pasa?
- No, no me ha dicho nada pero me puedo imaginar lo que pasa.
- ¿Lo de…?
- Puede.
- ¿Cómo vas a ir? – Pregunta Raúl.
- De la misma manera que he venido aquí, en taxi.
- Yo te llevo – coge Raúl su chaqueta.
- ¿Vendréis aquí o te la llevas a tú casa?
- No sé que será mejor. Si no venimos te aviso – le da un beso a Paris en la mejilla y a continuación otro a Vanesa.
- Vamos tío, llegará y no estarás allí.
Raúl deja a Sergio en la dirección de Nicole. Sergio espera y espera hasta que a lo lejos divisa el coche en el que se fueron. Nada mas aparcar se acerca a la puerta del copiloto donde se encuentra Alicia, abre la puerta pero no la deja salir del coche. Le da un beso en la frente y ayuda a Nicole a llevar la maleta hasta la puerta.
- ¿Qué ha pasado?
- Nos hemos despertado de la siesta y Macarena se la ha encontrado sentada en el suelo del baño llorado.
- ¿Llorando? Qué le ha pasado – dice cabreado pero sosegado-. ¿Están bien los dos?
- Sí, físicamente esta bien pero nos ha dicho que te ha mentido. No sabemos a que se refería pero que no se iba a perdonar habértelo ocultado.
- ¿No ha dicho nada?
- No, por lo visto os lo contáis todo y no soporta ocultarte algo.
- Si mañana sigue igual no ira a clase.
- No tenemos que ir por la mañana.
- Ella tiene más clases.
- Cuídala.
- No hace falta que me digas que la cuide para cuidarla. Muchas gracias por todo.
Sergio vuelve al coche, observa a Alicia durante unos minutos, la agarra de la mano izquierda y arranca el coche.
Es un trayecto silencioso y con miradas cómplices. Tras una palabra de Alicia, Sergio decide aparcar en el primer hueco que ve.
- No tienes que pedir perdón.
- Si tengo que pedírtelo – dice con los ojos llorosos.
- No tienes, sé lo que te paso pero no tienes que pedir perdón por eso.
- Quería que fueras el primero en saberlo.
- Lo fui, cuando se lo contaste a tú hermana yo estaba con ella. Y en ese momento quería coger el coche e ir a Barcelona y coger del cuello a puyol, pero ella no me dejo. No te va a pasar nada – la abraza – te lo prometo – termina la frase con un beso en la cabeza.
- ¿Por qué la a agarrado conmigo? No lo entiendo, ni le conozco ni le he hecho nada.
- Para entenderlo creo que vas a tener que escuchar a tú hermana – dice sin dejar de abrazarla.
- ¿Qué tengo que saber y no sé? – lo mira sin separarse del pecho de Sergio.
- Vamos a casa y que te lo cuente ella.
Es hora de enfrentar la situación. Mesut espera camuflado en la cafetería de al lado de la casa de Soledad, cuando la ve salir del coche, sin pensárselo mas de dos veces sale con dirección al portal, pone el pie para evitar que la puerta pueda cerrarse.
Soledad que desde el coche lo ha podido reconocer lo espera en la puerta de brazos cruzados.
Tras unos minutos de miradas y sonrisas nerviosas Soledad acepta que Mesut entre.
Las miradas y las sonrisas nerviosas se trasladan al salón de la casa. A esas cuatro paredes oscuras donde continuó esa historia que todavía no ha comenzado.
La verdad me gusta mucho la idea de Mesut y Sole, Alicia no me cae nada bien y Mesut merece ser feliz.
ResponderEliminarPor favor en los comentarios poner el nombre. Gracias.
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