viernes, 12 de abril de 2013

NUEVO RUMBO


Cuando el balón se detiene. Capítulo 16. (Antepenúltimo capítulo)

La casa está muy silenciosa, ¿de verdad que papá a retenido a Riccardo? Si es así, ¿dónde cojones está? Cojo mis cosas del jardín y cierro la puerta, si está el aire acondicionado puesto y la puerta abierta mi madre me matará por derrochar dinero. A Mesut le da igual, desde que empezó a ser futbolista profesional ha derrochado dinero; siempre ha querido tener lo mejor y hacer feliz a los que tiene su alrededor pero a mamá no. Siempre ha sido conservadora. Si estuviéramos bajo un puente pero los cuatro juntos seguiría siendo feliz. Al llegar a la puerta de mi habitación veo la puerta entre abierta; <<Pablo>> maldigo. No me gusta que entre a mi habitación sin mi permiso. Abro la puerta y me quedo en shock.
Riccardo está ahí. Está mirando por la ventana, ¿me habrá visto hablar con mi madre?
·         Hola - digo suavemente haciéndole dar un bote.
·         Eh, hola - se da la vuelta a la vez que se toca el pelo.
·         Pensé que te habías ido - dejo mis cosas encima de la cama.
·         Tu padre me ha dejado quedarme hasta que se me seque la ropa - lleva un pantalón corto negro y una camiseta gris. Son de papá. Guau le quedan bien. Muy bien- son buena gente.
·         Lo son - sonrío. La gente no lo sabe porque sólo se muestran cómo son en la intimidad, es una forma de protegerse de los interesados.
·          Ahora entiendo porque eres así.
·         ¿Así cómo?
·         Dura y tierna a la vez.
·         ¿Te molesta si entro a cambiarme? - señalo el armario. ¿Por qué pregunto? Es mi casa, mi habitación.
·         Es tu casa - ríe al ver la cara que se me pone al preguntarme a mí misma por qué cojones le pido permiso.
·         Eh... sí. Eh... ahora salgo - entro al vestidor. Parece una tienda más que un armario, ¡tengo hasta un sofá!
Con el miedo y la curiosidad de saber qué hace Riccardo en mi habitación me quito el bañador y la camiseta todavía húmedos y me pongo ropa interior limpia, y un vestido rosa palo. Algo sencillo, no voy a salir así que me pongo cómoda.
·         Bonita habitación - grita el chico que está en mi habitación. Seguro que está haciendo un tour por toda ella-. Pensé que iba a ser toda rosa.
·         ¿Tengo cara de ser una empalagosa? - salgo asustándole, otra vez, está frente a mi escritorio. Mirando mis dibujos.
·         La verdad es que no - me mira.
·         Odio el rosa.
Me mira, me señala el vestido y se ríe.
·         No te rías - le advierto.
·         Vale, me callo - sonríe-. Dibujas muy bien - admite mostrándome el dibujo que lleva en la mano.
·         ¿Cómo sabes que es mío?
·         Tiene tú firma.
·         Cierto - me sonrojo. Estoy muy atontada.
·         ¿Has hablado con tu novio?
·         No. Se ha ido sin querer hablar.
·         ¿No habrá sido por mi culpa?
·         No, tranquilo.
·         Antes, ¿me estabas diciendo adiós?
·         Nos hemos conocido en un mal momentos - se lamenta.
·         O en uno bueno, nunca se sabe.
·         ¿Puedo preguntarte una cosa? - se acerca a mí, que sigo apoyada en el umbral de la puerta del armario.
·         Sí.
·         Cuando hablabas con tu madre..., ¿por qué llorabas? No es de mí incumbencia pero no quisiera que llores por mí culpa.
·          No es sólo por ti.
·         Así que llorabas por mí.
·         No, sí. También es por él. No sé. Este finde ha sido raro. Mis padres me han enseñado a decir siempre la verdad, a ser sincera conmigo misma, y es lo que me han estado repitiendo las últimas horas pero no te puedo decir que he empezado a sentir algo por ti hasta que solucione las cosas con Josh.
Camina la poca distancia que hay entre nosotros y me abraza. Conforme decía esas palabras me entraban ganas de llorar pero los brazos de ese chico rubio de ojos azules son como un pañuelo que las seca antes de tiempo. Estoy cómoda pegada a su pecho. Y me viene a la mente cuando mamá me contó que cuando tenía problemas con Sergio, su novio antes de papá y también amigo, el lugar dónde más cómoda estaba eran los brazos de Mesut. ¿Quiere decir eso que me está pasando lo mismo que a ella? Ella terminó haciendo caso a su corazón y le salió bien, ¿por qué debería ser diferente conmigo? Tenemos la misma sangre, ¿no?
Ese maravilloso abrazo es interrumpido por la melodía de mi móvil. Maldito móvil.
Riccardo a regañadientes me suelta, el sentimiento es mutuo, me acerco a la cama y miro quién es. Jenny.
·         Qué - contesto secamente sentándome en la cama.
·         ¿Qué cojones has hecho? - me grita.
·         ¿De qué cojones hablas? - le contesto con el mismo tono a la vez que miro como Riccardo se sienta en la silla del escritorio.
·         ¡As engañado a Josh! - me vuelve a gritar.
·         ¡Qué dices! ¡No inventes!
·         No invento. Josh te ha visto con él en tu piscina.
·         No ha pasado nada.
·         Sí claro, por eso me ha llamado furioso contándome que le estás engañando.
·         Jenny, perdona que te lo diga pero no es asunto tuyo.
·         Soy tu mejor amiga.
·         Aún así no es asunto tuyo - repito enfadada-. Te ha contado algo que no ha pasado.
·         ¡Joder Hazine! Está destrozado.
·         No ha querido hablar, él sabrá por qué está así. Y ahora tengo que dejarte.
Cuelgo y lanzo él móvil a la cama.
·         Será mejor que me marche - dice Riccardo levantándose.
No quiero que se vaya pero creo que no conseguiré que se quede. ¿O sí?
·         Voy a ver si tu ropa está seca - me levanto.

Seguramente mamá ha metido la ropa en la secadora. Bingo. Se la entrego y se mete en el baño para cambiarse. Quizá, hasta que no hable con Josh, no nos veamos más. Díselo. Me pide mi subconsciente.
Sale del baño con su vaquero corto por debajo de la rodilla, su camiseta amarilla de manga corta y sus zapatillas.

·         Toma - me entrega la ropa que papá le ha prestado-. No sé dónde dejarla.
·         Eh sí - la cojo.
·         Dale las gracias a tu padre.
·         Se lo diré - sonrío.
·         Bueno, ya nos veremos.

No. Díselo antes de que salga de tu habitación. Me vuelve a repetir mi subconsciente.

·         Espera - tiro la ropa sobre la cama y me acerco a la mesilla-, quiero que tengas algo - saco un folio doblado por la mitad.
·         No hace falta que me des nada - dice cuando me acerco a él.
·         Toma - le entrego el folio. El dibujo.
·         ¿Qué es? - lo desdobla-. Oh - se queda boquiabierto.
·         No sé cuando volveremos a vernos y no quiero que te olvides de mí.
·         Ah bueno - sonríe-, si no quieres que me olvide sería mejor que me des un dibujo tuyo y no mío.
·         En serio, yo no me voy a olvidar de ti y no quiero que tú te olvides de mí.
·         No hace falta que me des nada, puedes estar segura de que no me voy a olvidar de ti fácilmente - admite mirándome a los ojos mientras sostiene mi cara entre sus manos.
·         ¡Joder!
·         La dulce Hazine diciendo palabrotas - ríe pasando sus brazos por mi cuello enterrándome en su pecho.
·         Qué complicado es todo - suspiro a la vez que le agarro por la cintura.
·         Me gustan los retos.
·         A mí no - le miro sin separar la cabeza de su pecho.

Sonríe. Que sonrisa más bonita. Me quedo embobada mirándole, todavía entre sus brazos.

·         Tengo que irme.
·         Es la tercera vez que lo has dicho y todavía sigues aquí.
·         Cierto - asiente.

Suena el timbre. ¿Tendremos algún momento en el que no nos interrumpa nada?

·         Esa es la señal de que tengo que irme - su sonrisa desaparece.
Antes de separarnos me da un beso en la mejilla, un largo beso en la mejilla. Ninguno de los dos queremos soltarnos pero el timbre vuelve a sonar.

·         Es alucinante el despacho de tus padres - dice entusiasmado cuando nos dirigimos hacia abajo.

Por el video monitor veo que los que llaman son Jenny y Josh, abro y salgo con Riccardo. Los cuatro nos encontramos en medio, entre la verja y la puerta.

·         Hablamos - me dice Riccardo después de las presentaciones y saludos.
·         Sí - le confirmo.
·         Adiós - dicen Jenny y Josh secamente.
·         ¿Qué pasa? - Les pregunto cuando el chico con el que he pasado desde la hora de comer desaparece.
·         Tú sabrás - dice Jenny bruscamente.
·         Mira Jenny, tú en este asunto no pintas nada, lo que haya que hablar lo tenemos que hablar entre nosotros dos - miro a Josh-, a no ser de que seas su abogada claro.
·         Igual no quiere hablar contigo.
·         Entonces no sé qué cojones hacéis aquí. Ya sabéis dónde está la puerta - señalo la puerta-. Cerrad bien cuando salgáis por favor - les pido entrando a casa.
·         ¡Quién calla otorga, Hazine! - grita Jenny.
·         Cállate ya, joder - le pide Josh cuando me giro para contestarla. Se está pasando-. Hazine espera por favor -se acerca a mí.
·         Qué.
·         Hablemos, a solas - pronuncia esas dos últimas palabras mirando a Jenny.
·         Ya me voy - dice.

Nos sentamos en el sofá del salón. Uno junto al otro. Echándonos en cara lo que el otro ha hecho el fin de semana. Acabando mal.

·         Y pensar que la semana que viene íbamos a estar solos en New York - dice después de toda la discusión.
·         Josh, yo quería irme contigo. Estaba deseando estar allí contigo pero es mejor darnos cuenta de que no funciona aquí que allí.
·         Si no hubieras conocido a ese tipo - aprieta los dientes.
·         Si no me hubieras dejado sola para irte con otras... - le reprocho.
·         Vale sí, eso ya me lo has echado en cara.
·         No te lo echo en cara, es lo que ha ocurrido.
·         ¿Te vas a ir con él a New York?
·         No, hace tres días que lo conozco.
·         Se os veía bien.
·         Estamos conociéndonos, no sé qué pasará.
·         Con que seas feliz me es suficiente.
·         ¿Amigos? – pregunto. Él asiente.
·         Si te hace sufrir dímelo que se lo dejaré claro - me abraza.
Qué bien sienta sincerarse. Tal y como empezó la conversación no pensé que acabaría todo tan bien.

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