viernes, 7 de septiembre de 2012

FIC CXI


111. Palabras que duelen.

-          Dani, ¿qué hacemos en el vestuario del Castilla?
-          Tranquilo que no te vas a quedar aquí.
-          No hay nadie así qué vámonos al gym sino el míster me echara la bronca.
-          El míster lo sabe y ten paciencia por favor que ahora vendrá la persona que esperamos.
-          ¿No la podemos esperar allá?
-          No porque tiene que trabajar aquí. Y deja de tocarlo todo que pareces un niño pequeño.
-          ¿Y si trabaja acá por qué no está acá? – lo miro con una zapatilla en la mano.
-          Eso mismo me pregunto yo – se me queda mirando. A continuación echa un vistazo a la zapatilla y dice-. Deja eso que no es tuyo.

Después de un rato tocando todas las cosas de los jugadores del segundo equipo y aburrido esperando a esa persona que tiene que estar trabajando y no está en su puesto de trabajo entra una chica pidiéndole perdón a Dani.

-          ¿Dónde quieren que trabajemos?
-          Será mejor que trabajéis en las instalaciones del primer equipo. Están más adaptadas.
-          Perfecto – es una chica muy seria.
-          ¿Con quién va a trabajar? – pregunto curioso.
-          Contigo – me contesta Dani.
-          ¿Conmigo? ¿Ella? Es una piba.
-          Me había percatado de ese detalle. Está de prácticas con el Castilla y el míster quiere que trabaje contigo.
-          ¿Pero no ibas a ser vos mi fisio?
-          También, que mejor practica que una lesión de este nivel.
-          No me fío.
-          Se llama Nayelin y espero que no le pongas ninguna cara mala.
-          ¿Cuánto tiempo? – pregunto de brazos cruzados.
-          De momento hasta el partido contra el Barcelona.
-          ¿Llegaré?
-          Ese es mi objetivo, que llegues a jugar ese partido – dice ella con la misma cara seria de antes-. Cuanto antes empecemos más posibilidades tendrás - demasiado seria es esta piba.

Es hora de ir a casa y ver a Male. Es raro. Es la primera vez que sin poder entrenar no quiero irme de Valdebebas. Puede que sea porque quiero recuperarme como sea para jugar ese partido pero no sé exactamente el por qué.
La piba que, cuando me besa. Cuando me acaricia. Cuando me mira. Cuando me sonríe provoca que se me pare el tiempo. Es Male. Mi novia. La piba que me hace el día demasiado corto. Ya no es así. Ya no la veo igual. Ahora siento que el día tiene más horas.

-          Cariño – ya no noto lo mismo cuando me da esos besos por el cuello.
-          Dime – digo sin poder quitar la vista del techo.
-          ¿Te encuentras bien? – apoya la cabeza en mi pecho y pasa su brazo izquierdo por mi cintura. Yo hago lo propio y paso mi brazo izquierdo por encima de sus hombros hasta rodearla.
-          Solo cansancio – sigo sin quitar la vista del techo. No puedo mirarla, no sin ver dolor en sus ojos.
-          ¿Algo interesante en el techo? – Sonríe. Lo noto.
-          Nada – le contesto a su sonrisa con un beso en la cabeza y una caricia en el brazo.
-          Desde hace tres días estás raro, necesitas descansar.
-          Ya descansaré a partir del lunes.
-          Te has obsesionado con ese partido y sabes que no lo vas a jugar – se quita de encima de mí y se da la vuelta.

Así es desde el jueves. Casi no nos vemos y cuando nos vemos terminamos discutiendo.

Male lo ha dejado todo por mí para cuidarme en estos momentos tan difíciles para mí que estoy pasando por culpa de la lesión. Y se lo agradezco muchísimo. Nunca antes una chica me había tratado tan bien hasta que me empezó a tratar Nayelin. Seguramente ella lo hará porque es su trabajo, pero me gusta cómo trabaja. A pesar de haberla juzgado antes de conocerla.

Tengo que hacer algo si no quiero hacer sufrir a dos personas a la vez. Si no quiero volverme loco, obsesionarme y perder la titularidad cuando me recupere. Tengo que conseguir ser sincero. Ser valiente y dejar las cosas claras.

-       ¿Cómo te encuentras hoy? – me pregunta Nayelin nada mas verme entrar por la puerta.
-       ¿Vos me viste? – creo que necesita gafas sino no me lo explico.
-       Te he visto pero quería ser educada – su hermosa sonrisa desaparece de su hermoso rostro.
-       Perdóname, he sido un grosero pero por mucho que me esfuerce ahora en recuperarme no jugaré mañana.
-       No sabemos cómo te levantaras mañana.
-       Mírame – me señalo a mi mismo – voy cojeando. El míster no me dejará jugar.
-       Sabe lo importante que eres para el equipo, si estás bien te sacará.
-       Vos lo dijiste, si estoy bien y no lo estaré.
-       Gonzalo vamos a los servicios médicos a que te miren esa cojera – entra Dani a la sala.
-       ¿No venís? – Miro a Nayelin.
-       No, ella ya ha terminado contigo- le echa una mirada. Una mirada mala.

¿Qué pasa? ¿Por qué no viene Naye? No puede terminar ya las prácticas, han sido demasiado cortas.
No sé por qué pero esto no me huele nada bien. Tengo que encontrarla después de comer y antes de irnos a Barcelona, espero que aún siga en las instalaciones. Pues no, no  está donde tiene que estar, sólo hay jugadores.

-          ¿Aún está la fisio de prácticas?  - les pregunto a los jugadores del segundo equipo.
-          Sí – me dice uno de ellos, creo que es Alex.
-          Está con el C – añade otro.
-          ¿No estaba con vosotros? – vuelvo a preguntar. Tengo que sacar más información.
-          La han bajado – contesta Morata.
-          Gracias chicos.

Tendré que seguir buscando por la ciudad deportiva.
Vueltas y más vueltas. O bien no sigue haciendo las prácticas acá o bien se esconde mejor que las cucarachas.

-       Gonzalo al autobús – me avisa Rui.

Perfecto, ya es hora de viajar a Barcelona y no he conseguido verla.  No voy a parar. Tengo que gastar todos mis comodines y me quedan dos. Espero que me funcione alguno.

Al despertarme en este hotel… no, de mierda no pero ahora mismo para mí sí, tenía un mensaje de la recepcionista de Valdebebas con el número de Nayelin. Gracias a dios, anoche me volví loco buscándola por las redes sociales.

Quedan dos horas para que comience el partido y yo ya sé que no voy a jugar y necesito hablar con alguien. Necesito hablar con Nayelin. Y espero que ahora si me coja el teléfono, no creo que lo haga sino me ha contestado durante toda la tarde no lo hará ahora.

-       No te voy a preguntar de dónde has sacado mi número porque es obvio de donde lo has sacado, pero por favor deja de llamarme – dice después de sonar el quinto tono dejándome mudo-. ¿Hola? ¿Estás ahí?
-       Se me hace extraño que me contestes.
-       Es lo que suelo hacer cuando me llaman.
-       No es lo que has hecho hoy conmigo.
-       Porque no puedo hablar contigo.
-       ¿Quién te lo impide?
-       Yo. Adiós Gonzalo, ha sido un placer trabajar contigo.
-       No, no me colgués. Necesito hablar con alguien.
-       Tienes mucha gente con la cual hablar.
-       Nadie me entiende.
-       ¿Y yo sí? Yo no soy deportista, ellos te entienden mejor que yo.
-       Estos días ellos no han tratado conmigo tanto como vos.
-       Por favor Gonzalo no insistas.
-       ¿Por qué huyes? ¿Por qué has dejado las prácticas? ¿Por qué has dejado de trabajar conmigo?
-       Son preguntas sin respuesta.
-       Todas las preguntas tienen respuesta.
-       ¿A que huelen las nubes?
-       No lo sé nunca las he olido.
-       Ves. No todas las preguntas tienen respuesta.
-       Esas sí y no me las quieres contestar.
-       Gonzalo lo único que quiero es que te recuperes.
-       Y lo estábamos haciendo. Me has ayudado. Me has dado fuerza.
-       No es lo que piensan.
-       ¿Quién?
-       Tus médicos, tu entrenador.
-       No es cierto.
-       Si lo es. Creen que tu cojera es culpa mía por no hacer bien mi trabajo.
-       No, no volvas a decir eso. Esto que tengo no es culpa tuya, es mía por no hacer caso de lo que vos y todos me decíais, me pedíais que descansara y no lo hacía. Es mi culpa.
-       No, déjalo. Adiós Gonzalo, te deseo una pronta recuperación.
-       Dejamos este tema pero por favor no colgues. No voy a jugar este partido y necesito no pensar en ello.
-       Habla con tus compañeros.
-       Nayelin por favor – le suplico.

Y da resultado.

Me entran más llamadas pero me siento muy cómodo hablando con ella. Hasta la hora de calentar hablamos, nos conocemos y reímos. Hacía mucho tiempo que no reía tanto.
Es un desastre de partido. Maldita cojera. Tenía que haber jugado sí o sí, hubiera sido peor para la lesión pero en el campo podría haber ayudado en algo. Aunque estaba complicado. Nos han pasado por encima con camiones, tanques y autobuses y todos a la vez.


Male había decidido rechazar la propuesta que le llego de Alemania por quedarse conmigo. Para cuidarme. Y ahora. Así de repente ha cambiado de idea y se ha marchado a Alemania. En parte la entiendo porque últimamente casi no la hago caso.

Recuperación tras recuperación siento que me falta algo y que no puedo continuar. Desde que se fue Male no encuentro ese algo. Hablamos muy poco. No le suelo contestar las llamadas, solo cuando me siento mal y no encuentro con quien hablar.
Pienso que por su ausencia tengo muy presente a Nayelin aunque nadie sabe de ella, o al menos de mi boca y mientras no vuelva tengo que pensar que es lo mejor para mi recuperación. Tengo que pensar en quienes están aquí y me quieren ayudar; mi familia y mis amigos.
Con quien más estoy es con Mesut, nos animamos el uno al otro y a pesar de sus problemas me da consejos. Es el único que lo sabe. O eso creo.

Sergio  y yo no hemos viajado a Zaragoza y  hemos pasado juntos el fin de semana. Alguien tenía que consolarlo ya que Alicia estaba en Barcelona. Todo era normal. Hasta que Alicia llegó. El lunes después del doble entrenamiento de Sergio fuimos a cenar los tres juntos. Me hubiera ido con Mesut pero estaba ocupado y ya que había pasado todo el fin de semana con Sergio me daba igual otro día más. Alicia estaba enfadada conmigo. Estaba distante. Me hablaba con rabia. Como si le hubiera hecho algo. No sabía lo que le pasaba hasta que en un momento que estábamos de risas soltó la pregunta que llevaba dentro y no la dejaba sonreír.

-       ¿Tienes algo con alguien que no sea Male? – pregunta muy seria y sin venir a cuento.
-       No, ¿por qué?
-       ¿Seguro? – me mira frunciendo la ceja-. Di la verdad, no hagas daño a Male.
-       ¿Hablas con ella?
-       Sí y  por tu bien que me digas la verdad.
-       Ey Ali, ¿qué te pasa? ¿A qué viene todo esto? – dice Sergio tratando de comprender a su novia.
-       Que conteste – le devuelve la mirada a Sergio -. ¿Se fue Male por qué tienes algo con otra chica? – vuelve la mirada hacia mí.
-       Esto es inútil – dice Sergio-, no contestes Pipita.

Alicia no aparta la mirada de mí y no sé qué contestar. Sé que sabe algo de Male que yo no sé. Y que se fue por mi culpa.

-       No quería que pasara eso – dije al fin agachando la cabeza.
-       Así que Male tenía razón – quita la vista de mí para mirar el fondo blanco del restaurante.
-       ¿Está bien? – pregunto levantando la cabeza para mirar a Alicia.
-       ¿Tú qué crees? – vuelve a contemplarme con la mirada llena de furia. Con odio y asco.
-       La quiero, de verdad que la quiero.
-       No se lo has demostrado. No le coges el teléfono, no la llamas…
-       ¿Eso te ha dicho?
-       ¿Es mentira? – cuestiona Sergio atónito.
-       No – lo miro-. Es complicado.
-       Antes de irse  - abre el bolso para rebuscar algo – me dio - saca un sobre de color rojo – está carta para ti – me la entrega.
-       ¿Qué pone? – acepto el sobre.
-       No lo sé pero me pidió que te lo diera si había otra chica.
-       Pero no hay…
-       Gonzalo – me mira con una mirada de consuelo-, has perdido a Male por una gilipollez.
-       Sos muy directa.
-       Male es mi amiga y lo está pasando muy mal.
-       ¿Crees que yo no? – mi tono de voz empieza a subir-. Estoy lesionado, sin saber si me tienen que operar y nadie me ayuda. Ella se fue, Male me dejo solo.
-       ¿Acaso estás dejando que te ayuden? Porque a Male no. Por eso se fue. Lo dejo todo para estar a tu lado, para que no te faltara de nada en tu recuperación, para que se te hiciera más fácil. ¿Y tú que hacías? Rechazarla. Se lo negabas todo.

El ambiente se puso tenso y Sergio se llevo a Alicia a casa. Antes de acostarme mire durante varios minutos el sobre. Sin atreverme a abrirlo.

Querido Gonzalo.
Poco ha durado lo nuestro…
Recuerdo aquella tarde-noche en el hotel como si hubiera sido ayer.
Y aquel beso… Aquel maravilloso beso bajo la lluvia lo recuerdo como si me lo estuvieras dando ahora.
Pero solo fue eso. Un beso. Un beso que por suerte o desgracia ha llegado a su fin.
Cada día, hora, minuto, segundo que he pasado contigo ha sido lo más maravilloso que me ha pasado nunca y jamás olvidare esos momentos que permanecen y permanecerán en mi memoria.
Pero hasta aquí. Esto es un punto final a nuestra relación.
Siento decirte todo esto por carta pero no me has dado más opciones. Deseo que tengas una vida feliz y encuentres en esa chica que tenga lo que no has conseguido encontrar en mí.

Espero que no sea un punto final a nuestra amistad y sea un punto y aparte.

Ten una pronta recuperación.
Male


La he perdido.

Alicia me dijo palabras duras. Palabras que duelen. Pero todas ciertas. Male lo dio todo por mí y lo tire todo a la basura.

Con esta carta entiendo cómo se siente Male y el daño que le he hecho apoyándome en Nayelin y no en ella.



Más aplazamiento en la entrega del regalo de Mesut Özil. Fin de plazo 11 de septiembre. Para ver las reglas haz click aquí.

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