111. Palabras que duelen.
-
Dani,
¿qué hacemos en el vestuario del Castilla?
-
Tranquilo
que no te vas a quedar aquí.
-
No
hay nadie así qué vámonos al gym sino el míster me echara la bronca.
-
El
míster lo sabe y ten paciencia por favor que ahora vendrá la persona que
esperamos.
-
¿No
la podemos esperar allá?
-
No
porque tiene que trabajar aquí. Y deja de tocarlo todo que pareces un niño
pequeño.
-
¿Y
si trabaja acá por qué no está acá? – lo miro con una zapatilla en la mano.
-
Eso
mismo me pregunto yo – se me queda mirando. A continuación echa un vistazo a la
zapatilla y dice-. Deja eso que no es tuyo.
Después
de un rato tocando todas las cosas de los jugadores del segundo equipo y
aburrido esperando a esa persona que tiene que estar trabajando y no está en su
puesto de trabajo entra una chica pidiéndole perdón a Dani.
-
¿Dónde
quieren que trabajemos?
-
Será
mejor que trabajéis en las instalaciones del primer equipo. Están más adaptadas.
-
Perfecto
– es una chica muy seria.
-
¿Con
quién va a trabajar? – pregunto curioso.
-
Contigo
– me contesta Dani.
-
¿Conmigo?
¿Ella? Es una piba.
-
Me
había percatado de ese detalle. Está de prácticas con el Castilla y el míster
quiere que trabaje contigo.
-
¿Pero
no ibas a ser vos mi fisio?
-
También,
que mejor practica que una lesión de este nivel.
-
No
me fío.
-
Se
llama Nayelin y espero que no le pongas ninguna cara mala.
-
¿Cuánto
tiempo? – pregunto de brazos cruzados.
-
De
momento hasta el partido contra el Barcelona.
-
¿Llegaré?
-
Ese
es mi objetivo, que llegues a jugar ese partido – dice ella con la misma cara
seria de antes-. Cuanto antes empecemos más posibilidades tendrás - demasiado seria es esta piba.
Es
hora de ir a casa y ver a Male. Es raro. Es la primera vez que sin poder
entrenar no quiero irme de Valdebebas. Puede que sea porque quiero recuperarme
como sea para jugar ese partido pero no sé exactamente el por qué.
La
piba que, cuando me besa. Cuando me acaricia. Cuando me mira. Cuando me sonríe
provoca que se me pare el tiempo. Es Male. Mi novia. La piba que me hace el día
demasiado corto. Ya no es así. Ya no la veo igual. Ahora siento que el día
tiene más horas.
-
Cariño
– ya no noto lo mismo cuando me da esos besos por el cuello.
-
Dime
– digo sin poder quitar la vista del techo.
-
¿Te
encuentras bien? – apoya la cabeza en mi pecho y pasa su brazo izquierdo por mi
cintura. Yo hago lo propio y paso mi brazo izquierdo por encima de sus hombros
hasta rodearla.
-
Solo
cansancio – sigo sin quitar la vista del techo. No puedo mirarla, no sin ver
dolor en sus ojos.
-
¿Algo
interesante en el techo? – Sonríe. Lo noto.
-
Nada
– le contesto a su sonrisa con un beso en la cabeza y una caricia en el brazo.
-
Desde
hace tres días estás raro, necesitas descansar.
-
Ya
descansaré a partir del lunes.
-
Te
has obsesionado con ese partido y sabes que no lo vas a jugar – se quita de
encima de mí y se da la vuelta.
Así
es desde el jueves. Casi no nos vemos y cuando nos vemos terminamos discutiendo.
Male
lo ha dejado todo por mí para cuidarme en estos momentos tan difíciles para mí
que estoy pasando por culpa de la lesión. Y se lo agradezco muchísimo. Nunca
antes una chica me había tratado tan bien hasta que me empezó a tratar Nayelin.
Seguramente ella lo hará porque es su trabajo, pero me gusta cómo trabaja. A
pesar de haberla juzgado antes de conocerla.
Tengo
que hacer algo si no quiero hacer sufrir a dos personas a la vez. Si no quiero
volverme loco, obsesionarme y perder la titularidad cuando me recupere. Tengo
que conseguir ser sincero. Ser valiente y dejar las cosas claras.
- ¿Cómo te encuentras
hoy? – me pregunta Nayelin nada mas verme entrar por la puerta.
- ¿Vos me viste? –
creo que necesita gafas sino no me lo explico.
- Te he visto pero quería
ser educada – su hermosa sonrisa desaparece de su hermoso rostro.
- Perdóname, he sido
un grosero pero por mucho que me esfuerce ahora en recuperarme no jugaré
mañana.
- No sabemos cómo te
levantaras mañana.
- Mírame – me señalo
a mi mismo – voy cojeando. El míster no me dejará jugar.
- Sabe lo importante
que eres para el equipo, si estás bien te sacará.
- Vos lo dijiste, si
estoy bien y no lo estaré.
- Gonzalo vamos a los
servicios médicos a que te miren esa cojera – entra Dani a la sala.
- ¿No venís? – Miro a
Nayelin.
- No, ella ya ha
terminado contigo- le echa una mirada. Una mirada mala.
¿Qué
pasa? ¿Por qué no viene Naye? No puede terminar ya las prácticas, han sido
demasiado cortas.
No
sé por qué pero esto no me huele nada bien. Tengo que encontrarla después de
comer y antes de irnos a Barcelona, espero que aún siga en las instalaciones. Pues
no, no está donde tiene que estar, sólo
hay jugadores.
-
¿Aún
está la fisio de prácticas? - les
pregunto a los jugadores del segundo equipo.
-
Sí
– me dice uno de ellos, creo que es Alex.
-
Está
con el C – añade otro.
-
¿No
estaba con vosotros? – vuelvo a preguntar. Tengo que sacar más información.
-
La
han bajado – contesta Morata.
-
Gracias
chicos.
Tendré
que seguir buscando por la ciudad deportiva.
Vueltas
y más vueltas. O bien no sigue haciendo las prácticas acá o bien se esconde
mejor que las cucarachas.
- Gonzalo al autobús
– me avisa Rui.
Perfecto,
ya es hora de viajar a Barcelona y no he conseguido verla. No voy a parar. Tengo que gastar todos mis
comodines y me quedan dos. Espero que me funcione alguno.
Al
despertarme en este hotel… no, de mierda no pero ahora mismo para mí sí, tenía
un mensaje de la recepcionista de Valdebebas con el número de Nayelin. Gracias
a dios, anoche me volví loco buscándola por las redes sociales.
Quedan
dos horas para que comience el partido y yo ya sé que no voy a jugar y necesito
hablar con alguien. Necesito hablar con Nayelin. Y espero que ahora si me coja
el teléfono, no creo que lo haga sino me ha contestado durante toda la tarde no
lo hará ahora.
- No te voy a
preguntar de dónde has sacado mi número porque es obvio de donde lo has sacado,
pero por favor deja de llamarme – dice después de sonar el quinto tono
dejándome mudo-. ¿Hola? ¿Estás ahí?
- Se me hace extraño
que me contestes.
- Es lo que suelo
hacer cuando me llaman.
- No es lo que has
hecho hoy conmigo.
- Porque no puedo
hablar contigo.
- ¿Quién te lo
impide?
- Yo. Adiós Gonzalo,
ha sido un placer trabajar contigo.
- No, no me colgués.
Necesito hablar con alguien.
- Tienes mucha gente
con la cual hablar.
- Nadie me entiende.
- ¿Y yo sí? Yo no soy
deportista, ellos te entienden mejor que yo.
- Estos días ellos no
han tratado conmigo tanto como vos.
- Por favor Gonzalo
no insistas.
- ¿Por qué huyes?
¿Por qué has dejado las prácticas? ¿Por qué has dejado de trabajar conmigo?
- Son preguntas sin
respuesta.
- Todas las preguntas
tienen respuesta.
- ¿A que huelen las
nubes?
- No lo sé nunca las
he olido.
- Ves. No todas las
preguntas tienen respuesta.
- Esas sí y no me las
quieres contestar.
- Gonzalo lo único
que quiero es que te recuperes.
- Y lo estábamos haciendo.
Me has ayudado. Me has dado fuerza.
- No es lo que
piensan.
- ¿Quién?
- Tus médicos, tu
entrenador.
- No es cierto.
- Si lo es. Creen que
tu cojera es culpa mía por no hacer bien mi trabajo.
- No, no volvas a
decir eso. Esto que tengo no es culpa tuya, es mía por no hacer caso de lo que
vos y todos me decíais, me pedíais que descansara y no lo hacía. Es mi culpa.
- No, déjalo. Adiós
Gonzalo, te deseo una pronta recuperación.
- Dejamos este tema
pero por favor no colgues. No voy a jugar este partido y necesito no pensar en
ello.
- Habla con tus
compañeros.
- Nayelin por favor –
le suplico.
Y
da resultado.
Me
entran más llamadas pero me siento muy cómodo hablando con ella. Hasta la hora
de calentar hablamos, nos conocemos y reímos. Hacía mucho tiempo que no reía
tanto.
Es
un desastre de partido. Maldita cojera. Tenía que haber jugado sí o sí, hubiera
sido peor para la lesión pero en el campo podría haber ayudado en algo. Aunque
estaba complicado. Nos han pasado por encima con camiones, tanques y autobuses
y todos a la vez.
Male
había decidido rechazar la propuesta que le llego de Alemania por quedarse
conmigo. Para cuidarme. Y ahora. Así de repente ha cambiado de idea y se ha
marchado a Alemania. En parte la entiendo porque últimamente casi no la hago
caso.
Recuperación
tras recuperación siento que me falta algo y que no puedo continuar. Desde que
se fue Male no encuentro ese algo. Hablamos muy poco. No le suelo contestar las
llamadas, solo cuando me siento mal y no encuentro con quien hablar.
Pienso
que por su ausencia tengo muy presente a Nayelin aunque nadie sabe de ella, o
al menos de mi boca y mientras no vuelva tengo que pensar que es lo mejor para
mi recuperación. Tengo que pensar en quienes están aquí y me quieren ayudar; mi
familia y mis amigos.
Con
quien más estoy es con Mesut, nos animamos el uno al otro y a pesar de sus
problemas me da consejos. Es el único que lo sabe. O eso creo.
Sergio y yo no hemos viajado a Zaragoza y hemos pasado juntos el fin de semana. Alguien
tenía que consolarlo ya que Alicia estaba en Barcelona. Todo era normal. Hasta
que Alicia llegó. El lunes después del doble entrenamiento de Sergio fuimos a
cenar los tres juntos. Me hubiera ido con Mesut pero estaba ocupado y ya que
había pasado todo el fin de semana con Sergio me daba igual otro día más.
Alicia estaba enfadada conmigo. Estaba distante. Me hablaba con rabia. Como si
le hubiera hecho algo. No sabía lo que le pasaba hasta que en un momento que
estábamos de risas soltó la pregunta que llevaba dentro y no la dejaba sonreír.
- ¿Tienes algo con
alguien que no sea Male? – pregunta muy seria y sin venir a cuento.
- No, ¿por qué?
- ¿Seguro? – me mira
frunciendo la ceja-. Di la verdad, no hagas daño a Male.
- ¿Hablas con ella?
- Sí y por tu bien que me digas la verdad.
- Ey Ali, ¿qué te
pasa? ¿A qué viene todo esto? – dice Sergio tratando de comprender a su novia.
- Que conteste – le
devuelve la mirada a Sergio -. ¿Se fue Male por qué tienes algo con otra chica?
– vuelve la mirada hacia mí.
- Esto es inútil –
dice Sergio-, no contestes Pipita.
Alicia
no aparta la mirada de mí y no sé qué contestar. Sé que sabe algo de Male que
yo no sé. Y que se fue por mi culpa.
- No quería que
pasara eso – dije al fin agachando la cabeza.
- Así que Male tenía
razón – quita la vista de mí para mirar el fondo blanco del restaurante.
- ¿Está bien? –
pregunto levantando la cabeza para mirar a Alicia.
- ¿Tú qué crees? –
vuelve a contemplarme con la mirada llena de furia. Con odio y asco.
- La quiero, de
verdad que la quiero.
- No se lo has
demostrado. No le coges el teléfono, no la llamas…
- ¿Eso te ha dicho?
- ¿Es mentira? – cuestiona
Sergio atónito.
- No – lo miro-. Es
complicado.
- Antes de irse - abre el bolso para rebuscar algo – me dio -
saca un sobre de color rojo – está carta para ti – me la entrega.
- ¿Qué pone? – acepto
el sobre.
- No lo sé pero me
pidió que te lo diera si había otra chica.
- Pero no hay…
- Gonzalo – me mira con
una mirada de consuelo-, has perdido a Male por una gilipollez.
- Sos muy directa.
- Male es mi amiga y
lo está pasando muy mal.
- ¿Crees que yo no? –
mi tono de voz empieza a subir-. Estoy lesionado, sin saber si me tienen que
operar y nadie me ayuda. Ella se fue, Male me dejo solo.
- ¿Acaso estás
dejando que te ayuden? Porque a Male no. Por eso se fue. Lo dejo todo para
estar a tu lado, para que no te faltara de nada en tu recuperación, para que se
te hiciera más fácil. ¿Y tú que hacías? Rechazarla. Se lo negabas todo.
El
ambiente se puso tenso y Sergio se llevo a Alicia a casa. Antes de acostarme
mire durante varios minutos el sobre. Sin atreverme a abrirlo.
Querido Gonzalo.
Poco ha durado lo
nuestro…
Recuerdo aquella
tarde-noche en el hotel como si hubiera sido ayer.
Y aquel beso… Aquel
maravilloso beso bajo la lluvia lo recuerdo como si me lo estuvieras dando
ahora.
Pero solo fue eso.
Un beso. Un beso que por suerte o desgracia ha llegado a su fin.
Cada día, hora,
minuto, segundo que he pasado contigo ha sido lo más maravilloso que me ha
pasado nunca y jamás olvidare esos momentos que permanecen y permanecerán en mi
memoria.
Pero hasta aquí.
Esto es un punto final a nuestra relación.
Siento decirte todo
esto por carta pero no me has dado más opciones. Deseo que tengas una vida
feliz y encuentres en esa chica que tenga lo que no has conseguido encontrar en
mí.
Espero que no sea
un punto final a nuestra amistad y sea un punto y aparte.
Ten
una pronta recuperación.
Male
La
he perdido.
Alicia
me dijo palabras duras. Palabras que duelen. Pero todas ciertas. Male lo dio
todo por mí y lo tire todo a la basura.
Con
esta carta entiendo cómo se siente Male y el daño que le he hecho apoyándome en
Nayelin y no en ella.
Más aplazamiento en la entrega del regalo de Mesut Özil. Fin de plazo 11 de septiembre. Para ver las reglas haz click aquí.
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