jueves, 28 de febrero de 2013

NUEVO RUMBO


Cuando el balón se detiene. Capítulo 11.


Me encuentro en una cafetería cercana al estadio Santiago Bernabéu. Es rústico y familiar, y también de los padres de Liam. La mayoría del tiempo estamos aquí metidos, prácticamente, la mesa tiene puesto nuestros nombres. Todos nos conocen y no caen en nuestras bromas. Los señores mayores que rondan por aquí se alegran cuando estamos aunque a veces les den ganas de echarnos a patadas dicen que somos la alegría de la cafetería. Algo bueno que tienen los amigos es que cuando estás con ellos hacen que te olvides de las cosas malas que rondan por tu cabeza. Pero hoy en mi cabeza revolotean demasiadas cosas y que Josh no haya venido no ayuda. Ninguno de nuestros amigos tiene noticias de él y es muy extraño.
Son las 19:55 y estoy llegando. Puede que el chico que se agarró a las paredes de mi mente y del que no sé nada esté esperándome en la puerta de mi tienda favorita, la tienda del estadio Santiago Bernabéu. O puede que no. Pero como me ha dicho mamá; si tomas una decisión no sabrás si saldrá bien hasta que la realices.
Ahí está. Con una camiseta blanca de manga corta, un vaquero claro y unas zapatillas negras.
Cruzando me doy cuenta de que se ríe. Me está mirando. ¿Se ríe de mí? Ya no puedo huir.
Antes de pisar la acera viene hacia mí con una gran sonrisa en la cara.
·         Hola - me dice a la vez que me da dos besos cuando ya estoy en la acera.
·         Hola. ¿Hace mucho que esperas?
·         No mucho. Pensaba que no vendrías.
·         Te dije que estaría por aquí y aquí estoy - sonrío.
·         ¿Me lo dijiste para librarte de mí?
·         ¡No! Te lo dije porque iba a estar por aquí.
·         ¿Y si no hubieras tenido que estar por aquí?
·         Pues te hubiera dicho otro lugar.
·         Entonces no tienes prisa.
·         En principio no.
·         Pues te invito a tomar algo.
·         No, pagamos a medias - digo mientras avanzamos. Ríe.
·         Déjame invitarte.
·         No - niego con la cabeza.
·         ¿Si insisto cambiaras de idea?
·         No.
·         Pues no insisto – sonríe.
Caminamos en silencio, mirándonos de vez en cuando, terminando sonriendo. Sonriendo de vergüenza.
·         Vamos casi igual - ríe mirándome de arriba abajo.
·         ¿Por eso te reías cuando cruzaba?
·         Si - admite.
Nos sentamos en una terraza y al principio es todo muy tenso, muy cortante. Muy raro. Conforme la mesa se va llenando de vasos vacíos la sensación de desconocidos empieza a desaparecer. No hay ni un sólo minuto de silencio, nos empezamos a conocer el uno al otro. Los dos nos sentimos cómodos.
·         ¿Por qué quisiste quedar aquí?
·         Ya te he dicho, iba a estar por aquí.
·         Pero podríamos haber quedado en la entrada o enfrente o en el parque de atrás, ¿por qué en la tienda?
·         Porque es mi tienda favorita – me sonrojo.
·         ¿En serio que tu tienda favorita es una tienda donde no hay tacones ni vestidos?
·         Sí.
·         Increíble.
·         ¿¡Qué!?
·         Conforme hablas me doy cuenta de que con tan sólo 16 años eres muy diferente al resto de chicas.
·         No hay dos iguales.
·         Si las hay, son todas clones de alguien.
Río.
·         ¿Y qué me hace diferente?
·         Muchas cosas. Tu tienda favorita es una tienda de deportes, te gusta el fútbol por ser fútbol y no por un jugador, te sabes sus reglas, te gustan otros deportes, te gusta la música de verdad y no lo comercial, te gusta leer, con 16 años hablas de cualquier tema dando tu opinión y sin basarte en lo que diga la gente, eres inteligente... - dice con los ojos brillantes.
·         Para, para - le pido sonrojándome.
·         No, enserio.
·         Tú también eres diferente. En la cabeza de cualquier chico de 19 años hay chicas, alcohol, coches, dormir y levantarse tarde.
·         Podría decir lo mismo de ti, las chicas de 16 años también piensan en esas cosas. Sólo piensan en divertirse.
·         Cada cual tiene su forma de divertirse y yo me divierto más en el fondo sur del Santiago Bernabéu que en un parque bebiendo.
·         Eres una caja de sorpresas. ¿Escondes más cosas?
·         Quién sabe - sonrío.
Le llaman. Está tenso y su cara desea colgar ya.
·         Lo tengo en una caja para tirarlo... por supuesto que ya no lo quiero, por eso quiero tirarlo - me mira. Escucha lo que le dicen, se calla y sobre la silla se gira para mirar a mi lado opuesto - puedes quedártelo te lo regalé a ti porque querías esas cosas, a mí no me sirven de nada. Además lo hice porque te quería.
Es una conversación privada y prefiero no saber nada más así que aprovecho para mirar mi móvil. Aparte de mensajes de mis amigos, que más tarde contestaré, hay uno de mi padre; 'Me ha dicho mamá que estás por aquí, ¿quieres que te pase a buscar para ir a casa?'. En vez de contestarle le llamo.
·         Hola pequeña - me dice en alemán.
·         Hola - respondo también en alemán-, ¿ya has terminado con tus reuniones?
·         Todavía no, se han alargado. No se aclaran.
·         Seguro que los convences, tus fichajes nunca defraudan - sonrío. Riccardo vuelve a ponerse recto frente a mí y me mira boquiabierto.
·         Ya me ha dicho mamá los planes que tenías para hoy.
·         ¿Hay algo que mamá no te haya contado? - pongo los ojos en blanco.
·         Aparte de lo de Luca que me lo conto ayer creo que no - noto que ríe-. Sólo te pido que no te hagas daño a ti misma.
·         Lo sé papá, sé que tengo que ser sincera con los dos y conmigo misma - giro la cabeza para evitar la mirada de Riccardo.
·         Sabes que no nos gusta verte sufrir y que tu madre lo pasa mal.
·         Lo sé. Y si lo paso mal tranquilo que Pablo volverá a ser mi lapa particular - esbozo una sonrisa.
·         Bueno pequeña tengo que seguir trabajando. 
·         Tranquilo, nos vemos en casa.
·         Te quiero - me dice en español. Siempre dice esas dos palabras en español, le gusta como suena.
·         Te quiero – le respondo también en español.
Cuelgo, dejo el móvil en la mesa y no disculpamos a la vez. Nos echamos a reír.
·         ¿Tu novio? - pregunta señalando el móvil con la cabeza.
·         Mi padre - sonrío-. ¿Tu novia? - Pregunto.
·         Ex. ¿Cuántos idiomas más sabes? - cambia de tema.
·         Inglés y turco.
·         Más sorpresas - sonríe.
·         Seguro que tú también eres una caja de sorpresas - sonrío.
Y desde hace hora y media es el primer silencio que hay entre nosotros. Silencio que interrumpe la melodía de mi móvil.
Es Josh.
·         Perdona.
·         Tranquila.
·         Dime – digo secamente cuando descuelgo.
·         ¿Dónde cajones estás? - pregunta molesto.
·         ¿Yo? ¿Y tú? Desde que llegamos a la fiesta estás desaparecido. A saber dónde coño has estado - le respondo en el mismo tono.
·         He estado en... - dice dudoso.
·         No lo digas, no quiero saberlo.
·         Dime dónde estás que voy a buscarte.
·         Cuando te tranquilices hablaremos. Adiós Josh.
Sin saber cuáles serán las consecuencias resoplo y cuelgo.
·         ¿Problemas? - me mira con los ojos llenos de preocupación.
·         No.
·         Si tienes que irte te llevo a dónde sea, no quiero que tengas problemas por mí culpa.
·         No, enserio.
·         ¿Segura?
·         Sí, además mi padre está por aquí.
·         ¿Por eso quisiste quedar por aquí?
·         Sí - río-. Por si tenía que huir - bromeo.
·         Espero que no quieras huir nunca de mí.
·         Eso espero.
Las reuniones de mi padre se alargan mucho más y Riccardo insiste en llevarme a casa. Antes de salir del coche nos damos el número de teléfono.
·         Gracias por dedicarme estás horas.
·         Ha sido divertido.
·         Estamos en contacto.
·         Claro - sonrío.
Baja a abrirme la puerta, es todo un caballero para tener tan sólo 19 años. Me acompaña hasta la verja y espera a que abra la puerta. Se despide con un beso en la mejilla.
Abro la puerta de casa con una sonrisa de oreja a oreja que desaparece en cuanto escucho la voz de Josh.
·         A la cocina - me dice mi madre seria y en alemán desde el pasillo.
La poca felicidad que quedaba en algún lugar de mi cuerpo desaparece de golpe y mi cara se llena de temor y preocupación.
·         ¿Qué tal tu cita? - me pregunta sonriente.
·         Muy bien - la felicidad vuelve a mí-. Es un gran chico.
·         Cariño - prepara dos vasos vacíos sobre una bandeja-, nadie te prohíbe conocer gente pero sí que hay una persona a la que le molesta no saber nada de ti.
·         A mí también me molesta lo que ha hecho las últimas 24 horas pero a él le da igual.
·         Hablad y decide lo que sea mejor para ti.
·         Yo le quiero, pero...
·         Riccardo.
Asiento.
·         Eres muy joven y tienes toda la vida por delante. Estate segura de que no vas a sufrir con Josh, os conocéis hace mucho pero piénsalo bien. No te precipites.
Me abraza y me da un beso. Salgo al jardín están Pablo y Josh jugando al fútbol con papá. ¿Con papá? ¿Cuándo ha llegado? Tal vez cuando hablaba con mamá. Le miento a Pablo.
·         Te llama mamá - digo dejando el bolso en el sofá.
Le lanza la pelota a Josh y viene corriendo. Al pasar por mi lado me agarra la mano, tira para que me agache y me da un beso en la mejilla. No sé cómo lo hace este niño pero siempre sabe cuando hay preocupaciones en mi cabeza. No puedo evitar sonreír y abrazarle fuerte.
Josh tira el balón y camina hacia a mí, junto a papá. No sé lo qué va a pasar, ni las consecuencias que pueda haber después.
·         ¿Dónde has estado después de salir del bar de Liam? - pregunta Josh dirigiéndose al chill out.
·         Conmigo - dice papá acercándose a mí. Cuándo está a mi lado me da un beso en la sien.
·         ¿Qué haces aquí? - me siento en el otro sofá.
·         ¿No puedo visitar a mi novia? - se levanta para sentarse junto a mí.
·         Ahora si soy tu novia, ¿no?
·         ¿A qué cojones viene eso? - me mira.
·         ¿No te acuerdas de lo que no hiciste ayer?
·         No. ¿Qué debería haber hecho que no hice?
·         Vete - le pido apoyándome en el respaldo del sofá.
·         Hazine - me agarra la mano.
·         Vete Josh, no empeores las cosas.
Josh se levanta, me mira y me da un beso en los labios. Un beso que no recibo con mucho interés. No sé si la situación en la que me encuentro ahora mismo tiene que ver algo Riccardo o qué me está pasando, pero sé que me estoy acercando demasiado al fuego y me terminaré quemando.
Después de cenar en el jardín estamos sentados en otro chill out que hay al otro lado de la piscina. Mamá lee, papá y Pablo juegan con la consola y yo… yo miro las estrellas pensando en el día que he tenido hoy.
Pablo se me queda mirando me da un beso y le pide a mamá y a papá que continúen contando historias. A Mesut le gusta escuchar a mamá así que decide seguir contando sus andaduras por Londres.

viernes, 22 de febrero de 2013

NUEVO RUMBO


Cuando el balón se detiene. Capítulo 10.

No es la primera vez que salgo de fiesta con Josh pero, no sé por qué, hoy no estoy cómoda. A estas horas de la noche nadie sabe dónde está ni cómo se llama. Idioteces, chicas vomitando y chicos creyéndose ser los mejores intentando impresionar a las chicas es lo único que queda. Y uno de esos chicos es Josh. Me sorprende verle así, no parece él. Y lo peor es que desde que llegamos aquí no hemos hablado.
·         ¿Te gusta? - me pregunta un chico apoyándose en la misma mesa en la que estoy apoyada.
·         ¿Perdona? - le miro. Es un chico rubio de ojos azules, vestido con un vaquero y una camisa desaliñada de color celeste.
·         El chico al que miras - señala a Josh que anima a alguien a beberse una cerveza de un trago-, el que lleva la corbata azul en la cabeza.
·         Es mi novio - le digo sin quitar la vista de sus ojos.
·         Ah - dice sorprendido y decepcionado.
·         Se supone - aparto la mirada de esos ojos azules para mirar a Josh.
·         Ah - repite.
·         ¡¿Qué?! - le miro.
·         Nada - me devuelve la mirada esbozando una leve sonrisa.
·         Dime, nadie se entera. Seguro que ni saben dónde están - señalo a los borrachos de mí alrededor.
·         Guapa y divertida - me sonríe jugando con unas llaves.
·         No te va a servir, tengo novio.
·         Que está más pendiente de otras que de ti.
·          Si no me lo dices no me doy cuenta - pongo los ojos en blanco.
·         Si fueras mía no te dejaría sola en una fiesta como ésta.
Río.
·         Tú también eres divertido.
·         No he dicho nada divertido - me mira anonadado.
·         No soy una niña, sé cuidarme sola.
·         Estoy seguro de ello pero debería ser delito dejar que una chica como tú esté sola y aburrida - me guiña un ojo-. Que te sea leve la espera - y se marcha.
Lo observo para ver dónde va. No quiero que termine la conversación y no sé porqué. Ni si quiera sé su nombre. Le pierdo el rastro y sin saber el motivo el techo de esa casa se me desploma encima.
Voy al encuentro de Josh para pedirle que deje de beber y avisarle de que me voy a casa pero no me hace caso. Ni a una cosa ni a la otra.
Decido dejarlo con su borrachera e irme. Es tarde y si llamo a mi padre para que venga a recogerme lo hará, pero no me apetece que vea así a Josh.
Cuando me encamino a la salida reconozco, en algún lugar de esa casa medio vacía, la voz del rubio de ojos azules. Es inconfundible. Dulce y Sexy. Y no sale de mi cabeza.
Me acerco al lugar del que procede la voz, la cocina, y está hablando con una chica. Los ojos del misterioso chico están llenos de rabia, de impotencia.
·         Vas ciega. No sabes ni dónde estás.
·         Claro que lo sé. Estoy en una fiesta - ríe-, ¡diviértete! - le da un golpe en el hombro - no seas un muermo.
·         Vámonos ya, no quiero que te pase nada - pide.
·         ¡Déjame y lárgate! - Dice cogiendo la primera botella llena que pilla.
·         ¡Joder Marta! - grita impotente al ver que la chica se aleja bebiendo de la botella.
Entrelazando sus dedos en su pelo da vueltas por la cocina y al girarse me ve. Sonríe y su mirada se dulcifica.
·         ¿Lo haces mucho? Lo de escuchar detrás de las puertas, digo - aclara rápidamente al ver que frunzo el ceño.
·         Em sí, de vez en cuando - sonrío -. ¿Tu novia? - pregunta mi boca sin que mi cerebro le dé permiso.
·         ¡Oh, no, Dios! - dice sacudiendo la cabeza como si intentara borrar ese pensamiento.
·         Lo siento.
·         Es mi hermana.
·         Ah.
·         Me llamo Riccardo - se acerca.
·         Yo Hazine.
Sonrío. Sonríe.
·         Bonito nombre...y... – se calla sin saber que decir.
·         ¿Raro?
·         Sí - se sonroja-. ¿Qué tal tu novio?
·          Creo que a la par que tu hermana - río.
·         ¿Le estás esperando para que te lleve a casa? - pregunta alarmado.
·         ¡No, ni loca! En su estado jamás me subiría con él a la moto.
·          ¿Y cómo vas a volver a casa?
·         Llamaría a mi padre pero no creo que le haga mucha gracia ver que Josh me ha dejado sola así que no me queda otro remedio que irme en taxi - tuerzo el labio.
·         Si quieres puedo llevarte.
·         Creo que eso le haría menos gracia- sonreímos.
·         A estas horas estará dormido - mira el reloj.
·         Será mejor que cuides de tu hermana.
·         Ella ha querido quedarse, que se busque la vida.
·         No digas eso, es tu hermana y yo una simple desconocida. Llamaré a un taxi, igual gracias - sonrío.
·         ¿Segura?
·         Sí, no te preocupes.
Llevándome sólo una amena conversación, su nombre y la imagen de esos ojos salgo de la casa para llamar a un taxi. La verdad, no tengo ni idea de dónde estoy, veo el buzón y me acerco para mirar la dirección.
Cuando estoy a punto de meterme al taxi para volver a casa oigo la voz de Riccardo gritando mi nombre. Me giro y viene corriendo. Le digo al taxista que espere y espero a que el chico de ojos azules llegue.
·         Me gustaría volver a verte.
·         Riccardo, tengo novio.
·         Sí, uno que hoy se ha olvidado de ti.
Miro hacia otro lado porque sé que tiene razón.
·         Por favor - me agarra del mantón y me gira la cara-. Simplemente para saber que llegas bien a casa – se preocupa clavando sus ojos azules en mis ojos marrones.
·         Mañana estaré por el Bernabéu.
·         ¿A las 8 te viene bien?
Sonrío y asiento como una auténtica boba enamorada.
·         ¿A las 8 en la puerta de la tienda del Bernabéu?
·         Gracias - me da un beso en la mejilla. Puedo sentir una sonrisa en su boca.
Llego a casa sana y salva y antes de subir a mí habitación paso por la cocina para beber un poco de agua encontrándome a mi padre comiendo a escondidas. Cosa que me hace gracia.
·         ¿Ya estás aquí? - mira el reloj de la cocina que marca las 2:47.
·         Si quieres me voy - contesto cogiendo la jarra de agua.
·          Igual que tu madre - dice cuando paso por detrás de él. Le doy un beso en la mejilla.
·         ¿Sabe mamá que te estás comiendo la tarta?
·         Seguramente sí - sonríe-. ¿Qué tal te lo has pasado?
·         Bien - sonrío, al recordar a Riccardo.
·         ¿Sólo bien? - me mira sin dejar de comer tarta.
·         Sí.
·         ¿Y Josh?
·         Me imagino que en su casa.
·         Despiértate a la hora que quieras, pero no tardes mucho en acostarte - se levanta y se acerca a mí-. Dulces sueños pequeña - me da un beso en la cabeza.
·         Buenas noches papá.
Camiseta blanca de 'Los Ramones', short vaquero y unas Converse bajas blancas. Todavía queda una hora. He quedado con mis amigos y después de la borrachera que se pilló anoche no sé si Josh aparecerá. No he tenido noticias de él en todo el día así que me imagino que no estará. Sentada en la silla del escritorio no dejo de mirar el dibujo que hice está mañana al despertarme. La mirada de Riccardo.
Llaman a la puerta. Rápidamente guardo el dibujo en el bolso negro que está encima de la mesa.
·         Pasa - es mamá.
·         ¿Estás bien? - me pregunta asomando la cabeza por la puerta.
Niego con la cabeza. Entra y cierra la puerta.
·         Ven - me extiende la mano para que me siente en la cama junto a ella-. ¿Problemas con Josh? 
·         Puede - digo triste-. Durante la cena estaba bien, atento y cariñoso como siempre, y al llegar a la fiesta era todo lo contrario. Se emborrachó y es como si yo no existiera, iba a perseguir a otras.
·         ¿Has hablado con él?
·         No, no me contesta las llamadas.
·         Ay mi pequeña - me abraza.
Qué bien me sienta estar entre los brazos de mi madre en estos momentos. Sea el problema que tenga siempre está ahí, siendo objetiva e intentando hacer lo mejor para mi felicidad.
·         Espera - me suelta y me mira -, llegaste casi a las tres. ¿Por qué no viniste antes si estabas incómoda?
Sonrío. Me mira y sonríe también.
·         Creo que tiene nombre de chico.
·         Tal vez - me sonrojo.
·         ¿Y cómo es? ¿Es simpático?
·         Se llama Riccardo y no sé nada más. Bueno sí, que, como mínimo, tiene 18 años y tiene una hermana.
·         ¿Volverás a verle?
·         Igual hoy. No sé. Me dijo que quería verme hoy y como insistió le dije que a las 8 estaría en el Bernabéu pero no sé si hice bien.
·         Cuando tomas una decisión no sabes si saldrá bien hasta que la realizas.
·         ¿Crees que tomé la decisión correcta al quedar con él?
·         Decidas lo que decidas tiene que ser lo que de verdad quieras y ser sincera contigo misma, con Josh y con el chico. Tienes que decirle que tienes novio.
·         Ya lo sabe.
·         Eso es bueno - me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja-. Lo que hagas que sea por tu felicidad. Piensa en ti.
·         Gracias - sonrío y la abrazo.
·         ¿Has quedado con Riccardo en el Bernabéu porque papá estará ahí?
·         Sí - río.
·         Si le necesitas le llamas.